Me identifico con la flor del cerezo.
Me recuerda a mi infancia, rodeado de almendros en mi pueblo, a mi abuelo enseñándome el por qué cortar esta rama y no la otra.
Las flores del almendro y del cerezo son muy similares.
Siempre disfruto perdiéndome un finde de febrero/marzo por las montañas de mi pueblo. Donde me criaron. Me voy con la furgo, sin móvil. Únicamente con un par de libros (según me sienta leeré uno o el otro) y una buena libreta para escribir. También me acompaña mi bici de montaña y mis zapas de Trail.
Aun hace frio, intento no dormir muy lejos de mi casilla y hacerme un fuego. Luego escribo con la luz de la hoguera o simplemente me encandilo mirándola.
En esos días deambulo y hago fotos, no tengo ni puñetera idea de fotografía, y nunca “vuelco” las fotografías realizadas en ninguna parte. Pero disfruto viendo la flor del almendro tras el objetivo.
En España no tenemos ninguna tradición alrededor de dicha floración, en Japón si.
El HANAMI es el acto de floración del cerezo, los parques nipones se tiñen de blanco y tonos rosáceos. En nuestra tierra mediterránea el efecto es aun mayor, puesto que disfrutamos de un mayor numero de almendros, os animo a que os deis un BAÑO DE BOSQUE y deambuléis por tierras de secano… Allí encontrareis miles de almendros en flor y podréis experimentar lo siguiente:
El hanami es una fiesta alrededor de la floración del cerezo, el logotipo con el que me represento y representa a mi gimnasio RONIN desde el año 1961.
Las familias niponas se van de almuerzo a los parques y montes donde abundan los cerezos.
Estos árboles, florecen durante unos diez dias, después de los cuales empiezan a desprenderse de sus flores, generando un manto floral dónde las familias se asientan y disfrutan del día.
Algo tan visual como la fugacidad de dichas flores, se convierte en el eje central de la conversación familiar. Algo tan sencillo como la corta vida esta flor, se extrapola a la corta existencia del humano en la tierra.
Los nipones, conocedores de su corto paseo por el mundo, reflexionan sobre lo acontecido en sus vidas durante el ultimo año (desde el ultimo hanami que se reunieron).
Esta forma de entender su paso terrenal, les confiere una aterradora simplicidad para entender y simplificar problemas. Las disputas familiares no existen, puesto que saben, que las flores del cerezo estarán en el árbol durante diez dias, luego caerán.
Extrapolable a nuestras vidas, todos tenemos un reloj en nuestra espalda, desde el día que nacimos empezó una cuenta atrás. A algunos nos quedará poco, a otros mas, pero al final todos acabaremos en el mismo lugar.
Este paso fugaz por la tierra, corto e intenso, me lo recuerda diariamente mi logo, la flor del cerezo, tan perfecta y bonita, que inspira belleza diaria y conmemora su pronta partida, como todas las demás.