¿Cómo se alimenta un Ronin?

Como puede.

Aunque mantengo una ingesta saludable y natural durante todo el año, un Ronin es capaz de adaptarse a cualquier circunstancia alimenticia.

Desde bien pequeño me gusta irme a la montaña a patear/correr con tres nueces en el bolsillo, me las como cuando necesito gasolina. En ocasiones podria no haberlas comido, en ocasiones el cuerpo me pedia tres kilos de nueces.

Hice muchas rutas en bici con mi padre, se bebía agua cuando se terminaba de pedalear, durante no.

Cuando entreno por la mañana, lo hago en ayunas, sin café ni estimulantes previos. De esta forma cuando tengo que rendir (sparring, randoris, competiciones, gestas deportivas…) me tomo dos cafes y dos cucharadas soperas de miel, lo cual me convierte en un cohete espacial.

He realizado varias supervivencias guiadas. La primera norma era no comer. Me dedicaba a recolectar frutos de las arboles, a robar huevos de las gallinas de campos adyacentes y a sustraer leche en polvo de los monitores. Me dedicaba al pillaje.

Por otro lado, disfruto enormemente de un par de platos de arroz al horno y un postre casero, cuando el camarero me lo vende correctamente.

Me la gozo descubriendo ritos culinarios y gastronómicos, detrás de cada cultura luctatoria.

Una buena lucha y una buena mesa, siempre serán motivos de alegría.

Moverse entre la abundancia y la escasez, es una virtud en la mayoría de aspectos.

Nunca he contado calorias ni calculado macronutrientes (porcentaje de grasas/carbohidratos/proteína que debo ingerir según mi movimiento/pensamiento diario).

También es cierto , que el competir en un deporte de lucha, y tener “que dar el peso” en todas las competiciones, me hizo leer y leer hasta convertirme en un frikazo sobre el tema. Experimentando que tipo de alimentación me hacía llegar en mejores condiciones al combate.

En su día me leí toda la literatura de Julio Basulto (aférrimo vegetariano), “Alimentación para deportistas”, ingesta cetogénica, alimentación carnívora…. Me encanta conocer los extremos y sacar mis conclusiones.

En mi casa se convive con dos enfermedades en la cuales la alimentación es primordial, diabetes y cáncer.

Concienciados de ello, en mi familia, siempre hemos considerado la alimentación como un pilar fundamental que nos proporcionase soporte férreo.

Por ello, durante muchos años, hemos modificado nuestra alimentación y cambiado hábitos hasta que nuestras analíticas reflejaban una mejora sustancial.

También es cierto que he vivido varias temporadas en korea, aprendiendo una cultura culinaria basada en la fermentación y en los productos verdes.

A partir de la tercera semana de vivir allí, notaba mejoría en mis digestiones, disminuían ardores y aumentaba mi rendimiento mental y físico.

Allí no conocen las harinas, en cambio, tienen multitud de hojas verdes y algas, con las cuales acompañan la comida (como si fuese nuestre pan).

Todo ello hizo replantearme mi alimentación hispánica y profundizar en la fermentación de los alimentos y las bases “verdes” en las comidas, lo que producían en mi microbiota y lo que estas producían en mi cerebro.

Hasta este momento de mi vida no me había preocupado por lo que comía: el entrenar cuatro horas diarias durante cincuenta semanas al año, es lo que tiene, que da igual que seas vegano o te comas dos jabalís diarios. Tu cuerpo se adapta al combustible que le otorgues, como mecanismo de supervivencia.

En cualquier etapa anterior a korea te habría dicho que el entrenamiento es el 90% de cualquier proceso, sin darle importancia a lo que comieses, con quien te relacionases, como durmieses, como pensases…. Entono el “mea culpa” para cambiar mi discurso totalmente. De hecho a día de hoy te diría que el entrenamiento, es lo de menos.

Mi etapa koreana me despertó unos años de lecturas y formaciones en nutrición deportiva y saludable. Gracias a las cuales hace que a simple vista y sin esfuerzo, sepa lo que estoy comiendo y lo que necesito comer.

Entiendo la alimentación como mi combustible: según el momento del año necesito DIESEL o GASOLINA 98 CON OXIDO NITROSO, el único denominador común que se encuentra en todas las épocas del año es lo aprendido en korea:

-FERMENTOS Y VERDE COMO BASE DE TU ALIMENTACION.

Y cuando digo “verde” como base, me refiero a que ingiero alrededor de 1 kg/diario de verde.

En mi casa, tuvimos unos años de ensalada gigante al medio para compartir y ahora ya hemos pasado al siguiente nivel: cada uno tiene su propia ensalada gigante, cada uno la aliña según sus prioridades, cada uno le mete los elementos que estime según tenga diabetes, tenga que dar el peso en una competición y necesita déficit calorico…

Cuando nos vamos a cenar por ahí pedimos una ensalada para cada uno.

Si alguna vez cenas conmigo, yo m pediré mi ensalada y si quieres compartimos otra a medias (u otro entrante verdoso). Seguramente estaremos en un lugar que pueda pedir pescado o carne de segundo (preferentemente pescado, ya que por ahora no lo domino en la cocina de mi hogar), pediré que me cambien las patatas fritas por un tomate/verdura/mas ensalada.

No comeré pan durante la cena y de postre pediré fruta o una infusión.

Esta será mi cena tipo, la cual variaré según el momento del año, lo que haya entrenado ese día, lo que vaya a entrenar los días venideros… pero todo parte de esa cena. Es una cena al alcance de todo el mundo, que puedes repetir a diario si comes fuera de casa.

En todos los restaurantes hay un plato de cuchara (legumbres) a medio día y un pescao por la noche. Y segura que te hacen una crema de verduras/ensalada. Si no es así sal de esa mierda de establecimiento y vete a un restaurante de toda la vida.

Purés en invierno, gazpachos en verano, menestras en otoño…. La temporalidad de los alimentos es algo grabado en nuestra gastronomía antropológica: Busca alimentos que conecten con tus orígenes gastronómicos y étnicos.

En su momento me hice con todos los metaanalísis (resumen de muchos estudios) sobre la cantidad y variedad de enzimas digestivas que poseían los distintos pobladores de nuestro mundo.

Me impresionó descubrir como los mediterráneos tenemos gran cantidad de AMILASAS en nuestra boca, la enzima encargada de digerir y asimilar los CARBOHIDRATOS.

En cambio las poblaciones esquimales no tenían ni una, lo suplían con gran cantidad de enzimas LIPASAS (las que digieren/asimilan grasas) y PEPSINAS (hacen lo mismo con las PROTEINAS).

La agricultura nació en varias partes simultáneamente hace 12.000 años. En el mediterráneo seguramente cultivaban desde unos cuantos miles atrás y comían “panes” desde mucho antes. Si tus orígenes están en esta zona (te recomiendo hagas un test de ADN, tanto por información al respecto como por abrir tu mente y darte cuenta que eres medio negro y medio moro), seguramente tolerarás muy bien el arroz y los cereales. Es una información clave a la hora de ponerte en manos de un profesional o hacer pequeños cambios en tu vida alimenticia e ir avanzando con “prueba y error”.

El mejor consejo otorgado a clientes, tras muchos años de clases en el gimnasio, ha sido : desayuna huevos.

Esta sencilla premisa de cambiar el cola-coa y las galletas (un gran porcentaje poblacional continúa estancado aquí…. Los hospitales te sorprenden con este suculento despertar…) por unos buenos huevos acompañados de las sobras verdes del día anterior, es una forma de comenzar el día brutal.

La saciedad que te preporcionará este des-ayuno, hará que te regules tus ingestas el resto del día: si eres capaz de ajustar lo que te llevas a la boca, eres mucho mas consciente del combustible que te pide el cuerpo.

Serás capaz de tener un pequeño déficit calórico medido a “sensaciones”. Es decir, notarás el día que has ingerido más de la cuenta (porque tu cuerpo te lo pide, porque son Navidades, porque estas en una etapa hipertófica y te interesa subir de peso…) y notarás el día que te has quedado un pelín por debajo de tus requerimientos mínimos, fomentando ese déficit calórico mínimo que le enseñará a tu cuerpo a “autogestionarse”.

La “autogestión energética” es un término que me acabo de inventar. Lo que quiero transmitir es que tu cuerpo siempre encontrará vías energéticas para que sigas rindiendo, siempre.

El ser humano tiene una capacidad infinita de adaptación, superando a la misma ciencia si se lo propone.

Por todo ello te animo a que lo pongas a prueba, a que comas poco y entrenes mucho, a que comas mucho y entrenes mucho…. Con pocos carbohidratos, con muchos…. Experimenta todos los estadios posibles y saca tus propias conclusiones.

En Japón tienen un refrán que llevan a rajatabla “El 80% de lo que comes te alimenta a ti, el otro 20% alimenta a tu médico”… un ligero déficit calórico te vendrá bien (la mayor parte del tiempo), te ayudará a ser consciente de lo que comes y a valorar tus ingestas.

UNA ALIMENTACIÓN HIPOCALÓRICA ALARGA LA VIDA (No solo la alarga, sino que te proporciona calidad durante la misma).

Una vez tengas una buena relación con la comida, te sugeriría ayunases. Me parece bastante lógica darle tregua y descanso a tu sistema digestivo. Entrenar durante ese ayuno es una gran forma de ponerte a prueba, tanto física como mentalmente. Como decía antes, vivir entre la abundancia y la escasez es poderoso cuando sabes pasar de una a otra y estar cómodo en ambas.

La última sugerencia que tengo para tu alimentación es que te hagas con un trocito de huerto en algún momento de tu existencia. Es precioso conocer los ciclos de las plantas y aprender a plantar una patata. Te hace mucho más consciente del proceso de alimentación.

Me ecantó descubrir la siguiente frase (creo que es del libro SAPIENS): “si el día tuviese 24 horas, el ser humano ha sido durante 23:58 cazador recolector.”

Busca tus propios orígenes y come tu propia comida. No te creas lo que lees sobre alimentación, no creas ni a el Ultimo Ronin.

Experimenta y saca tus propias conclusiones.

Que aprofite!

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